• INFANCIA MISIONERA 2022


    ¡Comienza a preparar la jornada!
  • CONCURSO INFANCIA MISIONERA 2022


    Tú eres luz para el mundo
  • MEMORIA DE ACTIVIDADES 2020


    ¡Así fue 2020 en Obras Misionales Pontificias!
  • AYUDA A LAS MISIONES


    Colabora con los misioneros españoles

9 de marzo de 2017

“EL PODER A LAS MADRES”, EL TESTIMONIO DE HAUWA IBRAHIM

En Nigeria, la abogada, premio Sakharov 2005, salva a cientos de mujeres de la lapidación y de las garras de Boko Haram. Cree que para combatir contra los fundamentalismos no sirven las armas, sino las madres

«Comprendí que me habría terminado casándome con un hombre mucho mayor y, sobre todo, que habría debido decirle adiós para siempre a la escuela, con solo 11 años. Así, me escapé». 

Parece el inicio de una de esas novelas con fondo social, de esas que se leen para volver a confiar en la humanidad. Pero no. Se trata del inicio de una historia, aunque increíble, completamente verdadera. 

La contó a Vatican Insider, con el orgullo tranquilo de quien está acostumbrado a los estigmas y a los estereotipos sobre la propia condición y que se convirtió también en un símbolo de la liberación en Nigeria y en el mundo, es la directa protagonista, Hauwa Ibrahim. 

Ahora se encuentra en Roma porque está participando en el congreso “Liberar a las mujeres de la violencia”, organizado por la Oficina de información del Parlamento europeo. La abogada nigeriana y profesora en Harvard, explicó el sentido de la fiesta de este 8 de marzo y la voluntad de comenzar una verdadera revolución pacífica a partir de las mujeres. Es más, de las madres. «Hace años, después de que me llamara el ex presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan para que formara parte del Comité Presidencial para la búsqueda de las 219 chicas secuestradas por Boko Haram, entré en contacto directo con el mundo de los terroristas –comenzó. 

Más allá de algunos locos ideólogos, la mayor parte de los hombres que forman parte de Boko Haram, así como del EI, son chicos que solo esperan que alguien les de valor y que han visto sus esperanzas frustradas, ceden al horror del fundamentalismo. Al encontrarme con ellos me di cuenta de que puede mucho más que los drones, los ejércitos, las torturas, un simple “soft-power” como el de las madres». 

Ibrahim puso en marcha el primer experimento de esta estrategia cuando le concedieron reunirse con las madres de algunos de los miembros de Boko Haram que habían sido arrestados. Las convenció a que fueran a las cárceles a visitar a sus hijos y a que volvieran a estrechar vínculos con ellos. «Las dos mamás pensaban que sus hijos estaban muertos, los chicos se habían olvidado de ellas. Cuando se encontraron, se abrazaron y se pusieron a llorar sin parar. Uno de los dos se arrojó al cuello de su madre y no la dejaba, como si fuera un niño. 

Estoy segura de que ese encuentro fue un profundo cambio para todos los protagonistas». Convencida del poder pacífico que las madres pueden ejercer no solo en los propios hijos, la abogada fundó la Mother’s Without Borders: Steering Youth Away from Violent Extremism y comenzó a reunir a mujeres de todo el mundo para emprender acciones con el fin de recobrar a los jóvenes que han caído en las redes del fundamentalismo y restablecer la paz y la reconciliación. 

«Comprendí que el fundamentalismo es una mistificación de la espiritualidad y que la única manera para combatirlo es desde dentro, pescando en la tradición o refiriéndose a los principios fundamentales. Entre ellos, por ejemplo, está el fuerte vínculo que en el Islam se instaura entre hijos varones y sus madres, es una relación casi sagrada que se inspira en la frade de El Corán que dice: “El Paraíso yace a los pies de las madres”. Una madre puede mucho más de lo que pueden muchos otros. En el fondo, es el mismo método que utilizo en el tribunal para defender a las mujeres nigerianas de la Sharía». 

Desde que en 1999 la ley islámica fue introducida en 12 estados del norte de Nigeria, afectando a más de 50 millones de habitantes, la abogada comenzó a emprender acciones legales para proteger a las mujeres condenadas a la lapidación por adulterio, logrando convertirse en la primera abogada defensora en una corte islámica. Ha representado a más de 150 mujeres y les ha salvado la vida a muchísimas de ellas. 

«Según la Sharía –explicó Hauwa con una sonrisa–, para que una mujer sea condenada debe haber cometido el adulterio en público, debe haber sido vista contemporáneamente por 4 hombres (todos tienen que estar en sus cabales obligatoriamente), debe admitir haber cometido adulterio, debe haber quedado embarazada y se debe comprobar que es capaz de comprender y de actuar. No es difícil demostrar que la satisfacción de todas estas condiciones es casi siempre imposible. Y yo lo hago en el tribunal desde hace años, no con un código de procedimientos civiles o penales, sino con la Sharía». 

Inopugnable desde el punto de vista exclusivamente legal, influyente gracias a la fama que conquistó con sus luchas y con la visibildiad en todo el mundo, determinada como ese día que escapó de su casa y se presentó en la escuela superior de Gombe, a dos días de viaje de donde vivía en el noreste de Nigeria, en donde fue aceptada, Hauwa Ibrahim es un monumento de libertad y, desde que le otorgaron el premio Sakharov, también es una referencia estable incluso en Europa, como explicó la euro-diputada Silvia Costa que participa con ella en el congreso romano: «Hauwa es un verdadero modelo de lucha cultural, política y mediática para nosotras las mujeres europeas. Es la demostración práctica de que la mujer es sujeto pleno de la política y no objeto. Las mujeres son siempre el primer motor del cambio y solo gracias a una mayor participación se podrá hacer una diferencia». 

A ella se dirigen las chicas y las madres de su país para que las salve de las condenas a muerte. A ellas dirigen su mirada mujeres de todo el mundo con la esperanza de que los propios hijos sean arrancados al terrorismo. Con ella encuentran inspiración en la lucha por los derechos humanos y civiles muchas personas de todos los continentes. 

Al verla y escucharla, uno recuerda cuán increíblemente inhibido sigue estando el papel de las mujeres en el mundo, en todos los niveles, y uno se pregunta qué tendría que suceder para convencernos de dar el poder a las mujeres, espacios de decisión, de intermediación, de resolución. Probablemente es esta la pregunta correcta que hay que hacerse en este día. 

LUCA ATTANASIO
ROMA

Fuente: Vatican Insider