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21 de abril de 2018

DE LA POBREZA Y LA EDUCACIÓN BUDISTA A SER SACERDOTE EN MYANMAR

Matthew Shing, es un sacerdote Dominico, que procede de una familia budista de Myanmar.

Creció en un ambiente de mucha pobreza y fue educado en una “boarding house” una residencia parroquial cristiana.  Allí conoció la fe y quedó impresionado por la entrega de los sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos con la Misión. En este ambiente de estudios descubrió que Dios le llamaba para ser sacerdote.

Nací en el seno de una familia budista, en un lugar remoto y aislado de Myanmar. Mi país pasaba por una situación política y económica de aislamiento internacional. Experimenté muy de cerca penuria, pobreza e inseguridad. 

Aunque mis padres eran empleados del gobierno, las dificultades socio-económicas de Myanmar no permitían soñar con grandes aspiraciones a excepción de hacer todos los sacrificios necesarios para  terminar mis estudios de bachillerato. 

Los misioneros antes del exilio hicieron patente en nuestro pueblo la necesidad de que los jóvenes se formaran para tener un futuro más digno. Mi madre y mi abuelo no lo olvidaron nunca y por ello me enviaron la “boarding house” (residencia parroquial) para que pudiera estudiar.

Allí conocí la fe cristiana, siendo testigo de la dedicación del párroco y un grupo de religiosas y de laicos comprometidos con la misión que se ganaban el aprecio de mi familia, y de todos los vecinos. Estos laicos comprometidos con la evangelización, y mi familia me ayudaron y animaron a continuar mis estudios. Fue entonces cuando la idea que rondaba mi cabeza, ser seminarista, comenzó a tomar cuerpo, pero el párroco me pidió que permaneciera unos años más en la residencia de estudiantes de la parroquia. A mi madre tampoco le gustaba la idea. Ahora sé que si no hubiera estado en la residencia, no se me hubiera planteado mi vocación religiosa.

Ante la imposibilidad de entrar en el seminario decidí trasladarme a Yangon, trabajar e iniciar los estudios en la universidad. Busqué un trabajo en un hotel con el doble propósito de ganarme la vida y de practicar el inglés que comprendía era una necesidad para mi futuro. Allí conocí a un sacerdote dominico birmano que me animó a ingresar en la Orden cuando terminara los estudios. En Yangón mi hermana y yo peregrinamos a un santuario mariano. Fue allí donde realmente sentí paz y urgencia de discernir sobre mi vocación.

Ahora soy sacerdote Dominico. Mirando retrospectivamente me pregunto cómo he logrado llegar hasta la meta de mi ordenación, recuerdos de infancia, de penurias, de sacrificios, las dificultades de combinar estudiando y trabajo, las atracciones de una sociedad que comenzaba a despertar ofreciendo todo aquello que el hombre anhela… Pero respondí “sí” a la llamada del Señor. Espero permanecer fiel a mi compromiso. Pido que Él me haga caminar al encuentro de su voluntad y que los que me quieren me ayuden rezando por mí.


Fuente: OMP